Cuánto hace que dejaste tu país?
Sin tiempo para pensar una respuesta, el pintor contesta: 32 años. Se le ve en los ojos que siempre tiene la respuesta lista, que cada día repasa la suma y sería incapaz de equivocarse en una sola hora el tiempo que lleva lejos de su tierra.
Ni tres largas décadas han sido capaces de hacerle olvidar el olor de Montevideo, los colores de los barcos que se mecían en el puerto aquel miércoles ventoso de abril, cuando él zarpaba a tierras lejanas. No importaba a dónde, pues bastó salir a mar abierto para estar lejos. Para ausentarse, para estrenar la vida de una nueva persona. La de aquel hombre gris que piensa en volver, cada día, desde hace 32 años.
Con el tiempo se fue acostumbrando al sabor de la cerveza, al café más cargado, a saludar con un golpe de cabeza en vez de cruzar miradas, sonrisas y palabras. Se acostumbró a ver el fútbol sin apenas un poquito de pasión, a vivir en una casa pequeña y a tener una vida común.
El pintor fue tomando los colores de la ciudad que lo acogió, fue dando a los estridentes tonos latinos de su infancia, una vuelco hacia los grises y ocres importados made in europe.
Parece de aquí, pero seguirá siendo siempre de allí.
Cada día ,desde hace 32 años, quisiera estar un rato en su país, sin otro motivo que pararse frente a la tumba de su padre para hacerle una sola pregunta. Cada día, desde hace 32 años, sueña que se para en ese lugar sagrado y dice: Papá, estás orgulloso de mi?
Carlos, amigo, pintor, yo se que a cada minuto, en cada instante, desde donde sea, tu padre está orgulloso de ese muchacho que cuenta las horas de ausencia de su Montevideo natal. Solo cerrá los ojos y escuchalo. Sumar tiempo no es sumar amor. O sí.
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