EL INTOCABLE

Le tiraron de todo. Ganchos, jabs, uppercuts, directos de izquierda, de derecha; hasta algún codazo se le vino encima alguna vez. De todos modos nada llegaba a puerto, una cintura que se contorneaba bajo el plafond del Luna esquivaba golpes, cabezazos, escupidas, puteadas y un montón de ilusiones de pegarle al campeón.
Nicolino lo esquivó todo. Se le agachó al cuore hace unos meses y se le rió con tres by pass. Hace un par de días el calendario le tiró un 66 y el intocable, con una finta maravillosa, no acusó el golpe.
Hoy el bobo le tiró un directo que le dio de lleno.
Parece que venía cansado evitar tanto ataque, en un round que no terminaba nunca.
Ya está campeón, tranquilo.
Gong

CORAZÓN DE MADERA

Como un fantasma lo ves aparecer detrás de una espesa niebla de aserrín. Apenas se distingue el parpadeo de su inseparable cigarrito mentolado. Por todos lados hay madera, del suelo al techo. Puertas, patas, taquitos, mesas, todo, todo de madera. El Santi tiene madera hasta en la ropa, los bolsillos llenos del polvillo de la madera. Tanta madera, si hasta el corazón tiene de madera.
A veces, siempre, absolutamente siempre, recuerda a su amada mujer, a la que se fue tan pronto hace tan poco, a la que se le agotó la vida justo cuando estaba poniéndose todo más lindo. Cuando esos destellos vienen a su mente, la dorada medalla con la cara de su amada que le cuelga del cuello, pareciera brillar con más ganas. Sus ojos también, se sacuden tanto polvo y se llenan de un brillo húmedo y radiante. Con la humedad, se le hincha el corazón, el de madera, y parece que se le saldrá del pecho.
Soy viudo, me dijo anoche y parecía que se lo decía a sí mismo antes de llegar a la cruel realidad de la casa sola y las ollas frías. El Santi se estaba convenciendo, estaba metiéndole sierra a las ilusiones, martillando sueños, lijando deseos. Adónde podré viajar solo, decía, no se puede andar solo. Y fantasea con esa maravillosa mujer que esperaba para cenar a su hombre con olor a madera. A ese grandote que se erige como un roble y que tantas veces en sus brazos, se desarmó emocionado volviéndose chiquito como un puñadito de piezas de dominó.
Sos de buena madera Santi, te los digo en el idioma que vos mejor entendés: Sabe perfectamente, TOC TOC, que nunca dejaste de pensar en ella, TOC TOC.